Casi incompatibles

El otro día hablábamos Zor, Eris, mi Santa y yo sobre lo incompatibles que resultan el mundo swinger y el mundo bdsm. Lo que en uno es una invitación a que participes, en el otro no lo es en absoluto.

Ejemplos.
Así, quienes vayan metiéndose en ello, lo saben. El resto, ya lo habrán comprobado...

1. El espacio personal.
En una fiesta BDSM, por norma general, se respeta es-cru-pu-lo-sa-men-te el espacio personal. Para acercarte a alguien que no conoces en un evento BDSM, no vas pasando el brazo por el hombro, sujetando de la cintura o tirando del collar. Aparte del gusto por las normas rígidas y protocolarias de algunxs, cosa que no comparto*, es bueno que sea así, porque si no, las fiestas serían un sinvivir para lxs sumisxs, toqueteadxs por todo cristo, por ejemplo.

Flickr CC

En cambio, en un local swinger, se considera una "sugerencia" el pasarte la mano por el hombro, el acariciarte el muslo/brazo, o a veces, meter mano directamente. Se entiende que si no quieres, dices "no" y se retira la mano. Esa es la teoría. La realidad es algo más pesada cuando el tío va como una moto o ha pagado 80 euros para entrar (o ambos).

2. Auto-invitación
En un sentido parecido, cosas que en un local BDSM no se consideran una invitación, en uno swinger sí; por ejemplo, ver a dos chicas juntas enrollándose.
En un evento BDSM, por norma general, se entiende que ellas están a lo suyo y punto. Será más envidiado o menos, habrá más público alrededor o menos. Pero la gente no se sumará (excepto algún friki que pueda andar suelto, que a veces hay).

En uno swinger, el ver a dos chicas casi se entiende como una señal de "señorxs, atentxs, que la cosa se ha desatado. Que se preparen todxs a participar, ¡esto va a ser la bomba!". Dos chicas enrollándose en un espacio público de un local swinger es lo mismo que poner una tonelada de chuches en la puerta de un colegio...

Chuches

Aparte de estos ejemplos, seguro que hay más diferencias, pero son las dos que recuerdo de esa charla que tuvimos...